El país se divide en dos vertientes políticas con miras al 2018:
Primer pulso sería en la implementación del acuerdo de paz. Luego, en las elecciones presidenciales.
La decisión del presidente Juan Manuel Santos de firmar el nuevo acuerdo de paz con las Farc y refrendarlo a través del Congreso marcó esta semana una especie de ruptura política sobre el camino hacia la paz, pero también señala la partida hacia las elecciones presidenciales del 2018.
Por un lado está la coalición que apoyó el proceso de paz, en la que están partidos de centroizquierda; y por el otro, el Centro Democrático y un sector del conservatismo, que se podría considerar de centroderecha, que busca modificar lo acordado con la guerrilla.
Si bien se podría pensar que el primer pulso tendrá como eje la implementación del acuerdo de paz, el asunto va más allá y desembocará en las elecciones presidenciales del 2018. A eso le apuntan.
Al frente de la coalición de la paz están ‘la U’ y los liberales. Las dos organizaciones políticas, si bien han sido claves en el apoyo a lo acordado en La Habana, desde hace días ya están pensando en el sucesor de Juan Manuel Santos.
No están interesados, por ahora, en acercarse a Cambio Radical, cuyo jefe natural es el vicepresidente Germán Vargas, sino que están mirando cómo sacan un candidato propio para el 2018.
Consultas interpartidistas
Por el lado liberal ha tomado fuerza el nombre de Humberto de la Calle, jefe negociador del Gobierno en La Habana. También se habla del ministro Juan Fernando Cristo y del senador Juan Manuel Galán.
En ‘la U’ se mencionan nombres como los del embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón; el ministro Aurelio Iragorri y el senador Roy Barreras.
Una consulta interpartidista definiría los candidatos a la Presidencia y la Vicepresidencia por esos dos partidos.
A esa franja de centroizquierda podrían llegar también nombres como los de la ministra del Trabajo, Clara López, y del exalcalde Gustavo Petro, radicales defensores del proceso de paz.
Mientras tanto, el Centro Democrático, con el liderazgo absoluto del expresidente Álvaro Uribe y sus tres precandidatos (Iván Duque, Carlos Holmes Trujillo y Óscar Iván Zuluaga), no ve como extraños al exprocurador Alejandro Ordóñez y a la exministra Marta Lucía Ramírez (aliados en el triunfo del ‘No’), que podrían aportar bases conservadoras al propósito del 2018, como fruto de otra consulta interpartidista.
El vicepresidente Germán Vargas Lleras, quien aparece adelante en las encuestas sobre favorabilidad, no es un radical exponente ni de los defensores o detractores de la paz, que podría ser el tema que defina la próxima elección presidencial, sino que hunde sus esperanzas electorales en la revolución que ha liderado en sectores como infraestructura y vivienda.
“Lo que pase en la convención conservadora este fin de semana y la próxima semana en el debate de la refrendación definirá las posturas con las que saldrán los partidos para el 2018”, dijo Jairo Libreros, catedrático de la Universidad Externado.
Para Libreros, vendrá una clara polarización política entre quienes quieren un país en paz y quienes quieren torpedear el proceso, y eso es lo que va a marcar la elección del 2018.
Iván Garzón, director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, considera que el hecho de que no se haya dado un pacto político nacional para la refrendación del acuerdo “deja abierta la discusión hacia el 2018 entre los dos sectores claramente definidos”.
Para él, la suerte de la coalición santista depende del éxito de la implementación, y las falencias que tenga ese proceso van a significar un aliciente para el uribismo y el sector conservador. “A este sector se podría sumar Cambio Radical con el vicepresidente Vargas Lleras”, agregó.
Para Andrés Molano, catedrático de la Universidad del Rosario, “todavía todo el escenario no está resuelto”, y dijo que “la elección del 2018 será un nuevo plebiscito, ya no sobre refrendación sino sobre la implementación”.
Alberto Casas Santamaría, en su más reciente columna en la revista Bocas, plantea una serie de escenarios con los más probables candidatos de los diferentes partidos y dice que “no es descabellado suponer que, para la segunda vuelta presidencial, se den coincidencias hoy imposibles a primera vista”.
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